Intervención final del debate

Quiero que la niña que nazca en Valladolid… (es broma). Si finalmente tengo el honor de poder continuar (cuando corresponda) la labor de Alfonso Sánchez, lo haré con orgullo, no quepa duda. Si finalmente soy elegido candidato, pretendo proponer a Izquierda Unida un trabajo sostenido para los próximos diez meses, hasta las elecciones. Un trabajo que se elabore entre todos, de una forma muy abierta a todo el partido, y a todos los ciudadanos. Y que vaya presentándose sistemáticamente: una propuesta al mes. Si el programa se sintetiza (como creo debe hacerse, por eficacia) en diez o doce puntos, convendría que los fuésemos presentando con tiempo, marcando nuestro propio ritmo.

Pido el voto. Sobre todo por la disposición que ofrezco. Pero también porque creo que voy a poder plantear lo que esperáis que plantee Izquierda Unida. Y digo más: lo que la mayoría de la ciudad espera que se haga. Pues lo que plantea IU es precisamente lo que la mayoría quiere. Giulio Carlo Argan, el alcalde comunista de Roma (procedente de la Universidad), en los años 70, decía el problema no es sólo lo manifiesto, sino la interpretación de las convicciones. Buscaba “administrar en el interés común un patrimonio de valores, económicos, ciertamente, pero también históricos, estéticos, morales, colectivos e individuales, debidamente reconocidos e inventariados, o sedimentados y latentes en el inconsciente”.

Pues bien: porque considero que, con vuestra ayuda, podemos interpretar bien esas convicciones y esos valores, os pido el voto. O de una forma más modesta: os pido el voto porque os aseguro que voy a hacer todo lo posible por interpretarlo acertadamente.

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